miércoles, 26 de marzo de 2008

8ª Etapa


Etapa Real: Puebla de Sanabria-Laza
Distancia: 92.69 Kms.
Tiempo: 6.18 h.
Velocidad media: 14.7 km/h.
Velocidad máxima: 61.1 km/h.

Dia 8.- El cielo puede esperar.
Amanece un nuevo día, y tal como llegamos ayer, hoy vamos a comenzar lloviendo, tras un desayuno en la cafetería del hostal, con nuestros amigos, decidimos ponernos en marcha, salimos de Puebla de Sanabria siguiendo la carretera N-525, lloviznando pero sin mucho frío, por aquí no hay mucho tráfico, así que vamos cómodos y tranquilos, nuestra meta del día es la localidad de Laza, donde como estos últimos días, hemos quedado con los compañeros para vernos allí, la verdad es que a estas alturas, las piernas ya notan los kilómetros que llevamos, pero por contrario, la ilusión sigue intacta y las ganas de llegar en aumento, llegamos a pie del puerto de Padornelo, uno de los monstruos que nos esperan hoy, en el pueblo de Requejo de Sanabria
Otro monolito...
la verdad es que es un fastidio la lluvia, porque las fotos no salen muy bien que digamos, en fin, que nos ponemos a subir el Padornelo, vamos ambos a nuestro ritmo, pero como es habitual, mi hermano se adelanta unos metros y se va alejando poco a poco, yo me pongo mis auriculares y voy a mi ritmo escuchando música, el día está loco, tan pronto caen unas gotas, como sale un sol de justicia y te asas, el paisaje que se divisa es simplemente espectacular, nos encontramos en la puerta de Galicia, así que la vegetación cambia con respecto a lo que hemos visto días atrás, la autovía se encuentra a unos metros y se oyen el rugir de los vehículos subiendo, pero bueno, al ritmillo que me he marcado, llego a la cima, antes hay que cruzar un pequeño túnel, pero que al no haber apenas tráfico (no pasó ni un coche en toda la subida), no supuso más problema que el hecho de cruzar sin luces, arriba me espera mi hermano que ya ha ido a comprar a una tienda unas latas de cocacola y comida para hacernos unos bocatas, que nos supieron a gloria,

El Padornelo
Este es el paisaje que nos espera...
hacemos fotos y continuamos, que nos espera La Canda, otro puertecito, las antenas eólicas nos rodean por doquier, debemos estar en uno de los puntos más altos del camino, aunque al parecer La Canda es más alto, pero según el perfil es menor la distancia que tiene para subirlo y la pendiente es mayor, en fin, el caso es que decidimos tirar hacia abajo por la carreterilla que traemos y con las prisas y que bajamos a tumba abierta, nos saltamos la indicación al siguiente pueblo Aciberos, y como no es plan de retroceder y menos cuesta arriba, continuamos carretera adelante ya que según el mapa en Lubián se juntan ambos, camino y carretera. Y aquí la liamos, un poco, pero la liamos, decidimos coger el camino, pero el mapa no lo explica muy bien y nosotros no somos capaces de encontrar las flechas amarillas, así que tiramos de intuición y nos vamos por una carretera comarcal, que hace que pasado unos kilómetros estemos más perdidos que un pavo en navidad, así que esta vez, reflexionamos y decidimos volver a la vieja N525, para volver por el buen camino, nuestra idea es llegar A Gudiña para comer, y estamos justo en la hora del Angelus, así que nos dejamos de tonterías y subimos la Canda por la vieja carretera, que va haciendo zigzag con respecto a la autovía, aquí se vuelve a repetir lo ya vivido, mi hermano poco a poco asciende a un ritmo más alto que yo, y por mi parte, entre las fotos y los auriculares me voy quedando detrás, aunque esta vez lo mantengo a cierta distancia y nos volvemos a juntar en la cima, en vista de cómo está el tiempo, decidimos continuar por la carretera N525, que se nos hará tan cotidiana como la famosa N630 que trajimos hasta Zamora, así que nos apretamos los machos y nos lanzamos, bueno es un decir, porque la carreterita de marras, asciende el puerto más que la autovía a la que vemos desde la altura, pero bueno, que cuando nos ponemos a bajar, entonces sí que elevamos la media del cuentakilómetros, cruzamos como una exhalación sobre el pueblo de O Cañizo, y a eso de las 14 h. llegamos a A Gudiña,

Indicación en A Gudiña

nos dirigimos al albergue que está nada más entrar en la población a la derecha, sellamos la credencial y echamos un vistazo, no tiene mala pinta y de momento no hay nadie, de ahí nos vamos a comer, esta vez, nada de bocadillos como otros días, elegimos un bar-restaurante que hay al lado de la carretera y que tiene un nombre poco original “El Peregrino”, jeje, se supone que nos tratarán bien, y efectivamente, no sé si es porque somos de buen yantar, o por la calidad de lo que nos ponen, pero el menú por 8 euros está genial y nos lo comemos todo, todo. Después de reponernos y dado que el tiempo sigue amenazante, ponemos de nuevo nuestras bicis en movimiento, se avanza por la localidad justo por una calle peatonal estrechita toda empedrada, bastante acogedora, y nos encontramos con 2 mojones que marcan los kms. que aún nos quedan, bien por la variante de Lalín y Nerín, o bien por la variante de Laza, nosotros que somos precavidos y nos habíamos informado en la web del bicigrino, decidimos tirar por esta última, porque sinceramente, transita por una de las zonas más bonitas del recorrido, así que con el estomago lleno y bien calentitos, empezamos como siempre, subiendo una pequeña cuesta, el firme es bueno, es una carretera comarcal, y las vistas, si no lloviera serían espectaculares, atravesamos lo que yo he dado en llamar la “Sierra de las Vendas”, porque las aldeas por las que cruzamos todas se llaman Venda de “Algo” y no dejan de ser cuatro casas, con un camino empedrado por el medio y tienen más pinta de ser granjas de vacas que viviendas propiamente dichas, pero repito, nos está lloviendo y nos entretenemos muy poco, para no calarnos más aún, y para que no se nos haga muy de noche, si pretendemos llegar a Laza a dormir.

Fantástico paisaje desde la "Sierra das Vendas"...

Solo por esto merece la pena venir...
Las vistas son espectaculares, y como digo, si hubiese salido un poquito el sol, todavía más, aún así, tenemos narices de pararnos a hacer fotos con el embalse Das Portas al fondo, la pinta que llevamos es sobrecogedora, el chubasquero después de tanta lluvia no sirve para nada, porque si no es el agua, es el sudor, el caso es que estamos empapados. Nos anima un montón, pero literalmente, es un subidón de adrenalina cuando vemos un mojón que indica 188,871 kms. hasta nuestro destino, tal es así, que después de hacerle una foto, ya no importa si llueve o no, nos ponemos como locos a dar pedales,

Lo que nos queda por delante...
Al fondo... Embalse Das Portas
Impresionante bajada...
cruzamos las 2 últimas aldeas y al fondo, al final de una baja espectacular se divisa el pueblo de Campobecerros, el camino está fenomenal así que nos dejamos caer y nos relajamos (lo justito), yo tan sólo paro a hacer un par de fotos, dejando que mi hermano se adelante, en estas ocasiones ante una vista tan extasiante, siento no que no se haya inventado aún el sistema para poder recordar estas sensaciones sin perder detalle, en este momento los cinco sentidos están en su plenitud, la vista agradecida por lo que se ve, el oído disfrutando de los ruidos que ofrece la naturaleza, el olfato a monte, a hierba, a tierra repleto de emociones, el tacto, recreándose en las piedras que cojo, en la tierra que toco y añorando todo ello, cuando vuelvo a coger el manillar, y el gusto, admirado cómo un simple trago de agua, puede tener un sabor tan distinto en una ocasión como esta, ¡¡buf!! Probablemente sea uno de los mejores momentos del camino, lleva razón quien dice, que cuando entras en Galicia, parece que entras en otra dimensión, supongo que dejados llevar por la grandiosidad del paisaje y por la magia que transmite el día lluvioso, o quizás emocionado por lo cerca que nos encontramos después de tantos kilómetros, el caso es que me subo a la bici y me lanzo en persecución de mi fraternal compañero.

Campobecerros

Cruzamos Campobecerros, a eso de las 5 de la tarde, justo ahora empieza a salir el sol, pero aún así la tarde sigue fresquita y decidimos no aligerar nuestra vestimenta, porque teniendo en cuenta como ha transcurrido el día, seguro que a las primeras de cambio vuelven las lluvias, así llegamos a Portocamba, otra aldea pequeñita en la que se cruza por la calle principal, si es que se le puede llamar así, bueno, al menos es la que más construcciones acumula, esto parece sacado de principios de siglo, sino fuera por algún coche que hay aparcado, las edificaciones son de piedra y tienen pinta de ser muy antiguas, nos dirigimos a Laza, final del día, pero antes hay que volver a bajar, ahora ya está todo chupado, si bien, nos asombramos del cambio que tiene el paisaje, aquí las laderas de los montes están pelados, sin vegetación apenas, o mejor dicho, con restos de árboles, que posteriormente nos enteramos que está así por culpa de un incendio que hubo un año antes, el caso es que esta bajada también es muy divertida, aunque el firme está peor y hay que frenar de vez en cuando porque las alforjas se mueven en todas direcciones, adelantamos a un compañero que está mirando sus alforjas, le preguntamos si necesita ayuda y dice que no, que se le ha desenganchado un pulpo pero no le ha pasado nada,

Otro monolito original...en Porto Camba

Como siempre, quien estropea el paisaje son los humanos...
y seguimos bajando, llegamos a otro conjunto de casas, As Eiras, y allí a la entrada nos encontramos a otros 3 peregrinos catalanes con sus bicis parados, los saludamos y nos preguntan si hemos visto a su compañero, les decimos que sí, que viene detrás, nos despedimos, y llegamos a Laza, al final son las 7 de la tarde, como casi siempre, allí nos dirigimos a Protección Civil, que tienen las llaves del albergue, este tiene una pinta estupenda, con su lavadero y su porche para proteger las bicis, y una distribución de las habitaciones de los albergues separadas para peregrinos y para bicigrinos, por el hecho de que unos se levantan antes que otros, todo un detalle, la verdad es que hay unos cuantos peregrinos, un hombre de Pamplona que lleva ya un montón de Caminos hechos y se ha decidido este año por la Vía de la Plata, y lleva con un peregrino francés desde Mérida, y ambos ya se medio entienden, tanto tiempo juntos les ha dado para aprender cada uno el idioma del otro, llevan 20 y tantos días desde que salieron de Sevilla, qué pasada…


La naturaleza en todo su esplendor...
El arco iris salió a recibirnos en Laza (Cuna de los "peliqueiros")
Después de acomodarnos en la habitación, que compartiremos con 2 bicigrinos alemanes, ducharnos, hacer la colada y dejar todo preparado para el día siguiente, nos dirigimos directamente a buscar un sitio para cenar, según nos informan vamos en busca de un restaurante “que no tiene perdida” entre otras cosas porque están arreglando la calle y es el único que hay, se llama “A Picota”, la primera impresión duele, porque es un bar pequeñito con una barra y 4 mesas, donde mire ud. por donde, se encuentran nuestros amigos catalanes que vimos antes, allí hablamos con el camarero, un tipo supersimpático, que nos dice “claro que podeis cenar aquí, lo único es que no sé qué podrá hacer mi mujer porque no fue a la compra”, le decimos que nos da igual, que no somos delicados y nos tomamos una cerveza mientras esperamos a ver qué nos ofrece la señora, llamamos a nuestros compañeros estos días, y nos comentan Raul y Toni que se quedarán en Campobecerros, ya estaban cansados por hoy, y de Alberto no sabían nada; pues bien, al cabo de un rato, baja por unas escaleras la señora y nos dice que subamos a cenar, que será una cena “familiar”, el caso es que subimos a un segundo piso con forma de buhardilla, donde están nuestros compañeros catalanes, el abogado de Pamplona y su colega francés, y eso parece una boda, ensalada de pasta, espaguetis con nata, filetes de ternera, y no sé otra cosa más, y pensamos “y porque no había ido al mercado, si llega a ir nos infla a todos”, el caso es que después de la cena, café y chupitos variados de no se qué licores y una charla de lo más entretenida, sin duda la mejor noche de todas, y cuando le vamos a pagar….10 euros… alucinante, joder, si casi merece la pena quedarse allí a vivir…jajaja.
Entrada al camposanto que hay a la espalda de la Iglesia de San Juan
Después de tan “frugal” velada, nos fuimos a la cama, no sin antes hacer una foto en la puerta del cementerio por dónde había que cruzar para llegar al albergue, y a dormir como un lirón en nuestras literas junto con los alemanes que había, pensando que mañana, estaríamos casi tocando con los dedos nuestro destino, el sueño de esa noche, fue de lo más placentero.

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