miércoles, 26 de marzo de 2008

5ª Etapa


Etapa Real: Calzada de Bejar - El Cubo del Vino
Distancia: 104.43 Kms.
Tiempo: 6.49 h.
Velocidad media: 15.7 km/h.
Velocidad máxima: 57.4 km/h.

Lunes 5 de mayo 2008.- "Por un puñado de plástico"

Amanecer...

¡Buenos días! Un sueño reparador es lo que mejor sienta después de jornadas como la de ayer, hoy el día se presenta también soleado, aunque de buena mañana hace fresquito, vamos ascendiendo tanto en coordenadas como en altura con respecto al nivel del mal, y si ayer empezábamos el día con una cota de 350 mtrs. en Cañaveral y la terminamos aquí en Calzada a casi 800 mtrs., hoy según el perfil que tenemos sólo hay que subir el Pico de la Dueña, el resto más o menos llano, así que, venga a desayunar, el desayuno es en el Albergue, la verdad es que es muy completo y muy casero, es decir, como si estuvieras en tu casa, bote de colacao y nescafé, paquete de leche y bollería y galletas para comer las que quieras, el desayuno es junto con el resto de peregrinos que hemos dormido allí (bueno, algunos de ellos) y a eso de las 8,00 h. nos ponemos en marcha, la salida de Calzada es verdaderamente epatante, muy bonita, un camino con sendas filas de árboles a los lados, con el trinar de los pájaros y el sol asomando poco a poco, se antoja una estampa muy entrañable y difícil de explicar, te encuentras rodeado de naturaleza en su sentido más amplio, y se respira un aire tan limpio que te inunda los pulmones, los ánimos están de nuevo por las nubes, de alguna manera, hoy es un día clave en nuestro camino, es un hito psicológico y mental, si todo sale bien a partir de mañana habremos mediado nuestro viaje, y hasta el momento, salvo las dificultades lógicas de la travesía, no hemos tenido ningún contratiempo importante. Así que, pedaleamos bastante confiados y se nos nota exultantes, además el camino de momento es llano, sabemos que hasta Valverde de Valdelacasa no hay cuestas, así que da tiempo a calentar las piernas, pero mira por dónde, un poco antes de llegar a esta población hay que atravesar un arroyo, bueno casi un río, o un arroyo muy grande, y el único paso que hay para no mojarse son unos cubos de granito que alguien ha tenido la feliz idea de ponerlos DE PUNTA,

1er intento con halterofilia incluida...

Eso amarillo que se ve, tendrá la culpa de todo...

con lo fácil que hubiera sido colocarlos sobre una de sus caras, pues no, hay un par de ellos, que están, por un lado, muy separados, y además, la superficie de apoyo es una de sus aristas, así que hacemos un primer intento de coger la bici e intentar cruzar con ella a cuestas, intento fallido, es materialmente imposible alcanzar uno de los cubos sin caerte, y no es plan, así que desestimada esa opción la única que nos queda es… cruzar subidos y mojarnos los pies, pues bien, elegimos un paso más estrecho donde parece que no hay mucha profundidad, y cruzamos por ahí, primero lo intenta José Andrés, nos quedamos pendientes de las plantas que hay en el fondo y que podrían ocasionar algún percance, pero, sin embargo, lo que no tuvimos en cuenta, es un maldito trozo de plástico (gentileza del progreso humano) que se le enrolla a mi hermano en la cadena y en los piñones, haciendo que tenga que bajarse en mitad del arroyo y mojarse los pies, por supuesto, yo paso después sin ningún tipo de problema,

bueno, salvado el primer escollo del día, seguimos camino, cuando al cabo de un tiempo, mi hermano nota que la bici no va bien, algo le roza y no sabe que es, paramos de nuevo y vemos cómo el desviador se ha torcido hacia dentro, el dichoso plástico ha hecho que a la hora de subir piñones, la cadena se meta dentro de los radios, consecuencia, sólo puede circular con piñones pequeños, a partir del 4 piñón, ya roza y no puede seguir, así que nos quedan 2 tareas pendientes, primera, que le va a tocar sufrir un poco, por llevar esos desarrollos, aún jugando con los platos (hay que subir el Pico de la Dueña), y segunda, tenemos que buscar un taller de bicicletas para arreglar esto lo antes posible, sino, entrar en Galicia en estas condiciones puede ser mortal.
Pues nada, cruzamos Valverde y seguimos por una carreterita muy bien arreglada y sin tráfico, pero, aquí la orografía ya va dejándose notar y hasta que lleguemos al famoso pico, todo es en ascenso, entre Valverde y Valdelacasa hay unas cuantas curvas que me hace recordar las carreras de formula uno, no por lo rápido que vamos, sino porque nos vamos comiendo las cunetas interiores de las curvas para no hacer más dura la subida, el paisaje comienza a ser un poco monótono, por aquí ya no hay tantos árboles y lo que se ven son montes pelados, con algo de vegetación de arbustos y mucha roca, así poco a poco llegamos a Fuenterroble de Salvatierra, aquí aprovechamos para comprar en una tienda, nuestros aprovisionamientos de bebida y comida para aguantar el día, visitamos el Albergue, que nos dejan pasar un peregrino que estaba allí, porque el Padre Blas, que está al cargo había salido, la verdad, es que cuentan cosas muy bonitas de este albergue, y tiene un aspecto de haber pasado muchos peregrinos por él, respira cierta “solera” y tiene algo místico en las salas que estuvimos viendo, me llamó mucho la atención una reproducción de la última cena, con la leyenda “El Arte nos acerca a Dios” y en su parte superior, una representación de las diversas cruces pertenecientes a las Órdenes que en su día hubieron, junto con diversas escenas bíblicas. Ya digo, me pareció un lugar especial, y si Dios quiere, la próxima vez que hagamos este camino, habrá que organizarse para intentar dormir aquí.

Albergue de Fuenterroble
Vistas del interior...
Empapándonos del ambiente...

En fin, después de la parte emocional, volvimos a la cruda realidad, preguntamos a los lugareños de Fuenterroble si había taller de bicicletas y dónde quedaba el más cercano, y la respuesta, por supuesto fue, que allí no, y que lo más cerca que pillaba era en Guijuelo, así que, puesto que no íbamos a retroceder ni tampoco a desviarnos mucho de nuestro itinerario, continuamos nuestro camino dirección Salamanca, la salida de Fuenterroble no es complicada en sí, de hecho, se comienza en ligero descenso, nuestro almuerzo fue a la salida de la población, antes de adentrarnos en “terreno desconocido” y el trazado discurre paralelo a un vallado de ganado que da lugar a poca pérdida,

El pico de la dueña nos espera...


Foto típica, mi casco y mi hermano detrás...

así que realmente los kilómetros se hacen muy llevaderos y salvo el problema de los cambios, no hay dificultad alguna en avanzar a buen ritmo, por una serie de circunstancias, nos separamos unos cuentos metros, yo me retraso para hacer fotos y demás y mi hermano sigue, teniendo en cuenta que él no lleva un desarrollo óptimo, así que me quedo contemplando las primeras cumbres nevadas que se ven a nuestra derecha, supongo que será de alguna sierra famosa, pero que así de memoria, no recuerdo cual puede ser, me encuentro con una curiosa “cabaña” por llamarla de alguna manera y una cruz en su puerta con un letrero que indica el nombre de “Antonio”,

La nieve al fondo en las cumbres...

En mitad del monte...

imagino que sería algún peregrino que pasó por allí y quiso dejar constancia de ello, o igual tiene alguna historia detrás, pero que, de momento no la sé…(si me acuerdo investigaré al respecto), también me llevo uno de los mayores sustos de mi vida, cuando voy tan tranquilo y contemplo una cruz de madera en un cerro que queda a la izquierda, y donde se hayan pastando tranquilamente unas ovejas, me paro a hacer una foto, y de repente, salen ladrando dos perros enormes en mi dirección…. ¡la leche!, ¡qué susto!, no me dio tiempo ni enfocar la foto ni nada, más que coger el manillar y salir pitando, porque los condenados perros seguían tras de mí, ¡buf!

Aquí se sustituyen las vacas por las ovejas...

Hasta que los dejé atrás, pensaba que me quedaba yo sin fuerzas antes que ellos, y es que precisamente esa zona, era totalmente de subida, no había un mal descenso para distanciarlos, no sé cuanto recorrimos ellos detrás ladrando y yo delante echando el hígado por la boca y con los nervios saliendo por las orejas, el caso es que cuando miré para atrás y ví que se habían quedado, me quedé totalmente machacado y sin fuerzas, llamé a mi hermano a ver por dónde paraba y me comentó que me estaba esperando con otros bicigrinos que había coincidido después de subir una buena cuesta por la parte izquierda de una gran finca donde había toros bravos, ¡pues qué bien!


Compañeros bicigrinos con lo que les queda por subir...

Primero los perros y ahora solo falta que me salgan detrás toros… bueno, no ocurrió nada de eso, sí que hubo que abrir y cerrar varias puertas de paso de ganado, pero en ningún momento tuvimos sensación de peligro por esa circunstancia, y aquí, lo que nos ocurrió fue un pequeño despiste, no sé si influyó (supongo que algo sí), pero en la guía que llevamos, justo el tramo entre Fuenterroble y San Pedro de Rozados, no tiene mapa, es una descripción literal, el caso, es que, de pronto, nos quedamos sin nuestras queridas flechas amarillas, no tenemos mapa, y tampoco llevamos GPS (que no habíamos hechado en falta salvo en la dehesa extremeña), así que tirando de intuición y sentido de la orientación, pues que seguimos por donde Dios nos dio a entender, y claro, nos perdimos un poco, tampoco es que pillaramos mucha vuelta y hicieramos muchos kms. De más, pero sí los suficientes para tener otro día con poca tranquilidad en cuanto a nuestras previsiones se referían, y aún no sé como ni por dónde, el caso es que cuando nos dimos cuenta aparecíamos en la famosa carretera N-630, en el desvío de Miranda de Azán, nos habíamos saltado 2 poblaciones sin pasar por ellas, ¡ver para creer!, el caso es que decidimos comer en un bar de carretera, habida cuenta que nos quedaban unos pocos kms. Para Salamanca, y allí, haciendo uso de la gentileza y el ofrecimiento de Luis (el forero Salamanca) le pasé un mensaje para ver si nos podía indicar un taller de bicicletas. Pues bien, no sólo me contestó al mensaje, sino que quedó con nosotros a la entrada de Salamanca, nos acompañó al taller “Bicicletas Palacios”, le indicó al mecánico, que estabamos haciendo la Vía de la Plata y que teníamos cierta prisa para que nos arreglase la bici lo antes posible, y por si eso fuera poco, nos hizo una visita guiada por el casco histórico de Salamanca que ni el mejor guía turístico. Nos dimos una vuelta por la Plaza Mayor, La Clerecía, La Casa de las Conchas, el Huerto de Calixto y Melibea, visitamos el Albergue de Salamanca, disfrutamos de las calles salmantinas y de las historias y leyendas que nos contó Luis, que se nota lo que le gusta su ciudad.

Iglesia de San Esteban

La Clerecía

Casa de las Conchas

Puerta de la Universidad

La famosa rana...¿la veis?
Vista de la Catedral

Con nuestro amigo Luis

Otro detalle de la Catedral

La Plaza Mayor
otra panorámica

El jardín de Calisto y Melibea (que no son los de la foto ¿eh?)
Estatua de La Celestina
Seguimos de ruta turística...
Casa Lis - Museo Art Decó
La verdad, es que en estas situaciones te das cuenta de la buena gente que hay en el mundo, y dedicó una tarde de su tiempo en acompañarnos, hacer que nos sintieramos como en casa y nos echó una mano con el taller, que yo sé que si vamos nosotros, igual no nos lo arregla hasta el día siguiente, porque se veía que tenía faena, el caso es que alrededor de las 7 de la tarde, fuimos a recoger las bicicletas, había arreglado la de mi hermano y había repasado la mía, y todo por un magnífico precio.
Así que, con una alegría en el cuerpo por haber conocido a alguien con tan buen corazón, y siguiendo el consejo de nuestro amigo, decidimos continuar por la carretera nacional en vez de por el camino, según nos dijo, el paisaje no era gran cosa y transcurría prácticamente paralelo a la carretera, y unido a que tampoco estaba el mapa en nuestra guía del trayecto entre Salamanca y el Cubo de la Tierra del Vino, y ya nos habíamos perdido una vez hoy, decidimos no tentar a la suerte y seguir por la carretera, que aún quedaban 35 kms. y eran casi las 8 de la tarde.
En este recorrido poco que contar, que los kms. Volaban, que estábamos deseando llegar, que la carretera tenía más tráfico del deseado y que donde se encuentre un camino que se quite una carretera, que había zonas en las que nos salíamos al camino cuando se veía perfectamente que transcurría paralelo, pero que en otras zonas, cuando veíamos que se alejaba y se perdía nos salíamos de nuevo a la carretera para avanzar más rápido, así hasta que llegamos al desvío que indica El Cubo del Vino,

un pequeño pueblo con un albergue pequeñito, al parecer lo han habilitado hace poco, porque no es una construcción nueva, pero tampoco es el que aparece en la guía que está al lado de la iglesia, ya que este se encuentra en las afueras, al lado de un colegio, y son varias habitaciones con literas y un patio posterior donde guardar las bicicletas, junto con su baño, su cocina y un lavadero para la ropa y el tendedero correspondiente, aquí llegamos tarde, obviamente, no había nadie, pero había mochilas, así que otros peregrinos sí que estaban, y también había más bicis, con lo cual, la posibilidad de entablar conversación con otros bicigrinos era altamente probable. Por un lado, nos duchamos y lavamos la ropa, y una vez que tuvimos todo recogido, nos fuimos al único bar que había para cenar algo, esta vez sí, la guía estaba bien informada, se encuentra al lado de la farmacia en la entrada del pueblo, pero, y llevamos 5 días, ni vista de un cibercafé o Internet por algún sitio para poder entrar en el blog que había preparado con tanto entusiasmo, por otro lado, había surgido un problema, cierta parte de mi cuerpo, había sufrido una tremenda laceración al contacto con el sillín, y se estaba convirtiendo en un problema importante, después de hablar con mi amigo y tocayo Manolo (Ariscal) de Sevilla, y advertirme que por esa dolorosa circunstancia él tuvo que abandonar el camino, en el mismo sitio donde yo me encontraba, decidí no tomármelo a broma, porque la cosa iba poniéndose bastante seria y empezaba a preocuparme, lo único que llevábamos para esta situación era un tubo de pomada hidratante, nada especial, pero bueno, al menos era mejor que nada, esa fue mi cura de urgencia, la farmacia ya estaba cerrada, así que el día siguiente compraría algo más específico.

La cena consistió en un magnífico bocadillo acompañado de sendas cervezas que nos devolvieron las fuerzas a nuestro nivel más alto, y en ese mismo bar, conocimos a los dueños de las bicicletas que estaban en el albergue y que se convertirían en compañeros nuestros durante los próximos días, dos amigos de Castellón, Raul y Toni, y otro amigo que se les había unido días atrás, Alberto de Burgos, nos sentamos con ellos hablando de lo habitual en estas circunstancias, el camino, las penalidades, las alegrías, las flechas, las fotos, las sensaciones, las impresiones, todo eso que hace que lo que tú estás pasando en estos días, al comentarlo y comprobar que otros lo sienten igual que tú, hace que aparezca una extraña conexión, ellos habían empezado en Sevilla unos días antes que nosotros, el lunes de la misma semana (nosotros lo hicimos el jueves), y ante su incredulidad, y comentar las fotos que hicimos, los detalles que hemos vivido, las características de los paisajes, de las poblaciones por las que hemos pasado y todo eso, el genial Raúl, un gran tipo y simpático como él solo, no tuvo otra ocurrencia que “bautizarnos” con lo que se quedaría como costumbre para referirse a nosotros durante todo el camino, desde ese día, y sabiendo como supieron que somos hermanos, pasamos a ser “los hijos de Eolo”, con el consiguiente cachondeo al respecto, pero siempre de buen rollo.
Al final, nos fuimos dando un paseo hasta el albergue y a dormir y reposar un día más, que como dije al principio, no era tan sólo un día cualquiera, era el día límite en el que empezamos a contar hacia atrás, ya no contamos los días que llevamos, ahora ya contamos los que nos quedan para llegar a nuestro destino…

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